25 Ιανουαρίου 2009

ΕΡΩΤΕΣ 3

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Por mi parte, dioses celestiales, pido que mi vida sea así siempre, que pueda sentarme frente a mi amigo y escuchar de cerca su dulce voz, salir con él cuando él salga y compartir con él toda actividad. Y que un amante pueda pedir que su amado pueda recorrer el camino hasta la vejez sin penas, através de una vida sin tropiezos ni desvios y sin haber experimentado ninguna malvada maquinación de la fortuna. Y si, de acuerdo con las leyes que gobiernan la naturaleza humana, le roza una enfermedad, que yo enferme con él cuando él esté enfermo y que cuando zarpe a través de olas tormentosas, yo pueda navegar con él. Y si la violencia de un tirano ordena encadenarlo, yo pondré los mismos grilletes en torno a mi cuerpo. Todo el que lo odie será mi enemigo, y mostraré mi aprecio a cuantos estén en buenas relaciones con él. Y si veo a bandidos o enemigos que le atacan, me armaré yo también incluso por encima de mis posibilidades. Y si muere, no soportaré la vida. Daré las últimas instrucciones a los que más quiero después de él para que nos construyan una tumba común, a ambos, que mezclen los huesos con los huesos y que no separen nuestras calladas cenizas unas de otras.

Luciano: Amores en Obras III (Gredos, 1990)
Traducción: Juan Zaragoza Botella

1 σχόλιο:

Tres_Leches είπε...

Parece que hay general acuerdo en considerar esta obra, que sobrevive en el corpus de Luciano, como propia de un imitador, por su estilo y por sus temas, que muestran su influencia, más que por el lenguaje, y no puede ser posterior al año 250 d.C., a juzgar por la alusión a al decadencia de las ciudades de Licia que se hace en el cap. 7, tal vez posterior a la invasión de los godos y de Sapor. Por una parte, parece que Rodas es próspera, aunque sabemos que sufrió un terremoto a mediados del s. IV a. C., y el Cñodigo de Justiniano (I 40-6) da a entender que había perdido su prosperidad en el 385 d.C.
La obra podría subtitularse “Los dos tipos de amor”, ya que se plantean dos defensas, de amor homosexual y heterosexual. Este diálogo tiene precedentes literarios en el Banquete, el Fedro y el Lisis de Platón, asñi como en el Banquete de Jenofonte, ya que tratan todos ellos del amor en general, y también en los Diálogos sobre el amor de Plutaro, parte de los cuales anticipan el tema con el diálogo entre Dafneo, campeón del amor conyugal, y Protógenes, abogado de la pederatia. Mientras en Plutarco se declara vencedor el amor conyugal, en Luciano (cap. 51) Licino da un veredicto proclamado diplomáticamente en favor de lapederastia.
Aquiles Tacio (II 35-38) también ofrece una discusión en la que se comaran los méritos entre el amor hacia las mujeres con el amor a los muchachos, de modo parecido a este diálogo.
Algunos suponen que la que comentamos es posterior a ambas y que su autor habría podido tomar ideas de Aquiles Tacio.

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